Siento que arranco de algo que merece ser temido.
Llego a un barranco y me lanzo.
La caida es muy fuerte y me quedo sin piernas.
El dolor no es nada comparado con la impotencia inmensa de no poder seguir arrancando.
Abro los ojos y despierto en mi habitación.
Mi corazón late tan fuerte que corrompe la pasividad de mi cuerpo durmiente.
Pero te veo apoyada en el umbral de la puerta.
Con el sol acariciando la palidez de tu atractivo.
Quedo perplejo.
No reacciono nisiquera ante tus picarescas sonrisas que me aceleraban el pulso, cual vodka con energizante.
"Vamonos de aquí, no es el lugar indicado" me dices.
Y yo respondo con un parpadeo agresivo, sorpresivo.
Me das la mano y siento lo áspero de tus guantes.
Pienso, recuerdo, y siento.
Siento una espina en mi corazon, no, quizás una lanza, quizas un disparo.
Todo se torna borroso y me desespero.
Nisiquera logro levantarme, mis piernas no estaban.
Y te desvaneces.
Abro los ojos.
Aún me encuentro en el barranco.
Nunca había notado que las rocas fuesen tan grises.
¿Porque serán grises?
Quizas si fuesen azules no me sentiria tan aflijido.
¿Porque el aire esta tan sucio?
¿Porque las aves planean con miedo?
¿Porque no estas aquí?
Tantas quejas y yo sin piernas para moverme.
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