Y llegó mi turno...
Me levanté, dí un paso adelante y dije:
"Buenas tardes, mi nombre es Subconsciente y sufro del Síndrome del pinguino en la azotea"
Por mi frente caía la cascada de sudor nervioso.
Miré cautelósamente el entorno del círculo humano.
Y ellos me miraron, sus rostros no concordaban con el cariñoso, con atisbos de imbecilidad, recibimiento.
"¡¡Hooooooooooola Subconsciente!!"
Me pidieron que les contara sobre mi problema.
No sabía que decirles, solamente atiné a balbucear y lanzar saliva inconciéntemente a mis alrededores.
- Tranquilo, Subconsciente, sabemos que estas nervioso, te ayudaremos... ¿Tienes algún problema en tu vida?
- No, ninguno.
- ¿Algún problema físicamente?
- Tampoco.
- ¿Psicológicamente?
- Mmm, la bipolaridad de todo mundo, creo yo.
- ¿Mala relación con tu familia?
- Para nada. excelente diría yo.
Comenzé a notar al resto del círculo inquieto, un vapor corporal se comenzaba a acumular en el aire.
El alcohólico me miraba con cara de que le pasa a este imbécil.
Los depresivos me miraban con desprecio ,excepto Soledad Inexistente, que me ha estado coqueteando desde que me senté en este sucio asiento.
Pero la mirada mas desconcertante para mi fue la del vagabundo adicto al Agorex.
Sus ojos rojos y desorbitados me obligaron a desviar la mirada.
No se me ocurre porque, no era nadie intimidante.
- Entonces, ¿Qué es lo que le falta a tu vida?
- Todo.
Y empezó el caos...
El alcohólico me lanzó un sillazo que alcanzé a esquivar.
Los depresivos me querían apuñalar, pero Soledad Inexistente los detuvo, a suerte mia.
Me alejé unos pasos para defenderme, me di vuelta y mi corazón retumbó como bombo de ritual primitivo.
El adicto al Agorex estaba ahí, con la misma mirada de antes, pero más fuerte.
Lo traté de mirar pero la mirada se me oscurecía, se ponía borrosa, se desvanecía...
Y llegó mi turno...
Me levanté, dí un paso hacia atras.
Los pinguinos me rodeaban.
Los pinguinos abrieron las ventanas.
Los pinguinos volaron.
No necesitaba más esto...
buenísimo weon
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