lunes, 5 de septiembre de 2011

Ven a volar conmigo, hermano!!

¡¡VUELAN LOS TARROS DE PINTURA!!

Ensucian con su vizcoso líquido el aura de los gusanos andantes por los mares de Brasilia.
Constructores azotan con sus tarjetas de creditos a los sacerdotes que lavan la loza debajo de un puente.
El brillo de las llaves que abren la puerta hacia el universo, cegara a los galanes que buscan concretar a la noche con una fémina coja pero descalza.
Escribo con mis dedos congelados por el grosor de las capas de asfalto que caen gota a gota de los ojos de un dragon escurridiso. Que arranca de los piratas sin parche de garfio dorado capaces de bombardear mis pupilas de hongos alucinógenos con forma de agua bendita.

¡Alucinemos hermanos míos!
Que el apocalipsis se acerca.
¡Emborrachemonos hermanos míos!
Que mi esposa ya no me reta.

Desfiles de notas hilarantes se cruzan por el tablero de mi juego de ajedrez.
Muevo al alfil en contra de los tonos graves.
Y muevo a mi reina contra las notas distorcionadas de las gruesas cuerdas de los felinos en la cúspide.
Me quedo con la reina pero eso es otro cuento.
Mejor aspiro el carboncillo de mi lápiz.
Como desearía quedarme con mi reina pero aún así es otro enredo.
Mejor me ahorco con la corbata hasta que mi respiración me deje purpúreo.
Como berenjena extraída de los mares de Azerbaijan.
Y saltan las serpientes a atacar con martillos de espinas a los transeúntes que andan y andan.
Hasta llegar a la torre del río de sangre que sale de la marmota azul parlante.
"Vuela hasta sumergirte lo más que puedas en el monte de la Sabana Francesa"
Suena el choque de cristales.
Suena el craneo crujir.
Suena el pegamento forzejear con los párpados.

Y aquí estoy sentado en mi oficina otra vez...

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