Siento que arranco de algo que merece ser temido.
Llego a un barranco y me lanzo.
La caida es muy fuerte y me quedo sin piernas.
El dolor no es nada comparado con la impotencia inmensa de no poder seguir arrancando.
Abro los ojos y despierto en mi habitación.
Mi corazón late tan fuerte que corrompe la pasividad de mi cuerpo durmiente.
Pero te veo apoyada en el umbral de la puerta.
Con el sol acariciando la palidez de tu atractivo.
Quedo perplejo.
No reacciono nisiquera ante tus picarescas sonrisas que me aceleraban el pulso, cual vodka con energizante.
"Vamonos de aquí, no es el lugar indicado" me dices.
Y yo respondo con un parpadeo agresivo, sorpresivo.
Me das la mano y siento lo áspero de tus guantes.
Pienso, recuerdo, y siento.
Siento una espina en mi corazon, no, quizás una lanza, quizas un disparo.
Todo se torna borroso y me desespero.
Nisiquera logro levantarme, mis piernas no estaban.
Y te desvaneces.
Abro los ojos.
Aún me encuentro en el barranco.
Nunca había notado que las rocas fuesen tan grises.
¿Porque serán grises?
Quizas si fuesen azules no me sentiria tan aflijido.
¿Porque el aire esta tan sucio?
¿Porque las aves planean con miedo?
¿Porque no estas aquí?
Tantas quejas y yo sin piernas para moverme.
martes, 13 de septiembre de 2011
jueves, 8 de septiembre de 2011
5 minutos.
Tengo un grito atorado en mi garganta.
Un grito que escuchará, desde un infeliz andante por los barrios de Nueva York
Hasta un bastardo hijo de puta de color amarillento y los ojos rasgados.
Un grito que quizás me dejará sin habla por el resto de mi vida.
Que retumbe en mis intestinos por tanto tiempo, que el estómago me crujirá hasta que mi cabello sea cano.
Siento que se se desespera en mi interior.
Intenta escapar por mis párpados, por mis manos o por donde sea.
Es tanto, que ya lo siento vibrar en mi tímpano.
Me da temor lanzarlo...
Pienso que si sale a la luz, quedará retumbando por el entorno.
Causará el caos y dominará el mundo.
Mi moral me inhibe.
La caja, el bombo y el platillo sonar al mismo tiempo, me motiva.
Creo que gritaré...
Y me importa una mierda lo que ocurra ... una mierda!!
Y de mi pupila desapareció...
Y mi pulso ya se calmó...
Y mis brazos ya no responden.
Y mi mente parece en orden.
La impotencia se escondió bajo la tranquilidad.
Pero de mi mente nunca se fue...
Mi pupila extraña...
Pero no por mucho tiempo, ya lo sé.
Un grito que escuchará, desde un infeliz andante por los barrios de Nueva York
Hasta un bastardo hijo de puta de color amarillento y los ojos rasgados.
Un grito que quizás me dejará sin habla por el resto de mi vida.
Que retumbe en mis intestinos por tanto tiempo, que el estómago me crujirá hasta que mi cabello sea cano.
Siento que se se desespera en mi interior.
Intenta escapar por mis párpados, por mis manos o por donde sea.
Es tanto, que ya lo siento vibrar en mi tímpano.
Me da temor lanzarlo...
Pienso que si sale a la luz, quedará retumbando por el entorno.
Causará el caos y dominará el mundo.
Mi moral me inhibe.
La caja, el bombo y el platillo sonar al mismo tiempo, me motiva.
Creo que gritaré...
Y me importa una mierda lo que ocurra ... una mierda!!
Y de mi pupila desapareció...
Y mi pulso ya se calmó...
Y mis brazos ya no responden.
Y mi mente parece en orden.
La impotencia se escondió bajo la tranquilidad.
Pero de mi mente nunca se fue...
Mi pupila extraña...
Pero no por mucho tiempo, ya lo sé.
lunes, 5 de septiembre de 2011
Ven a volar conmigo, hermano!!
¡¡VUELAN LOS TARROS DE PINTURA!!
Ensucian con su vizcoso líquido el aura de los gusanos andantes por los mares de Brasilia.
Constructores azotan con sus tarjetas de creditos a los sacerdotes que lavan la loza debajo de un puente.
El brillo de las llaves que abren la puerta hacia el universo, cegara a los galanes que buscan concretar a la noche con una fémina coja pero descalza.
Escribo con mis dedos congelados por el grosor de las capas de asfalto que caen gota a gota de los ojos de un dragon escurridiso. Que arranca de los piratas sin parche de garfio dorado capaces de bombardear mis pupilas de hongos alucinógenos con forma de agua bendita.
¡Alucinemos hermanos míos!
Que el apocalipsis se acerca.
¡Emborrachemonos hermanos míos!
Que mi esposa ya no me reta.
Desfiles de notas hilarantes se cruzan por el tablero de mi juego de ajedrez.
Muevo al alfil en contra de los tonos graves.
Y muevo a mi reina contra las notas distorcionadas de las gruesas cuerdas de los felinos en la cúspide.
Me quedo con la reina pero eso es otro cuento.
Mejor aspiro el carboncillo de mi lápiz.
Como desearía quedarme con mi reina pero aún así es otro enredo.
Mejor me ahorco con la corbata hasta que mi respiración me deje purpúreo.
Como berenjena extraída de los mares de Azerbaijan.
Y saltan las serpientes a atacar con martillos de espinas a los transeúntes que andan y andan.
Hasta llegar a la torre del río de sangre que sale de la marmota azul parlante.
"Vuela hasta sumergirte lo más que puedas en el monte de la Sabana Francesa"
Suena el choque de cristales.
Suena el craneo crujir.
Suena el pegamento forzejear con los párpados.
Y aquí estoy sentado en mi oficina otra vez...
Ensucian con su vizcoso líquido el aura de los gusanos andantes por los mares de Brasilia.
Constructores azotan con sus tarjetas de creditos a los sacerdotes que lavan la loza debajo de un puente.
El brillo de las llaves que abren la puerta hacia el universo, cegara a los galanes que buscan concretar a la noche con una fémina coja pero descalza.
Escribo con mis dedos congelados por el grosor de las capas de asfalto que caen gota a gota de los ojos de un dragon escurridiso. Que arranca de los piratas sin parche de garfio dorado capaces de bombardear mis pupilas de hongos alucinógenos con forma de agua bendita.
¡Alucinemos hermanos míos!
Que el apocalipsis se acerca.
¡Emborrachemonos hermanos míos!
Que mi esposa ya no me reta.
Desfiles de notas hilarantes se cruzan por el tablero de mi juego de ajedrez.
Muevo al alfil en contra de los tonos graves.
Y muevo a mi reina contra las notas distorcionadas de las gruesas cuerdas de los felinos en la cúspide.
Me quedo con la reina pero eso es otro cuento.
Mejor aspiro el carboncillo de mi lápiz.
Como desearía quedarme con mi reina pero aún así es otro enredo.
Mejor me ahorco con la corbata hasta que mi respiración me deje purpúreo.
Como berenjena extraída de los mares de Azerbaijan.
Y saltan las serpientes a atacar con martillos de espinas a los transeúntes que andan y andan.
Hasta llegar a la torre del río de sangre que sale de la marmota azul parlante.
"Vuela hasta sumergirte lo más que puedas en el monte de la Sabana Francesa"
Suena el choque de cristales.
Suena el craneo crujir.
Suena el pegamento forzejear con los párpados.
Y aquí estoy sentado en mi oficina otra vez...
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