"Se inicia el cierre de puertas", pero lo más cerrado del vagón era mi puño.
Respiración fuerte y visión ensangrentada, imaginaba sus cuellos y mis manos en ellos.
A ti te sacaré las amígdalas con una cuchara, a ti te haré escupir los intestinos dándote miles de nalgadas.
Con ambos utensilios me crearé una boleadora y en tus ojos clavaré lo que representan mis cejas.
Oscilación sin rumbo.
Con mis huellas marcaré lo que nos muestra el infinito.
Y con sus sangres dibujaré los labios cortados.
Provenientes de las perras que hoy en día tienen con un diámetro abismal, el anillo primordial que se aparea con el retrete.
Yo muevo los dedos y las pupilas.
Yo pienso en sus caras y las heridas.
Yo río con tu rostro en el riel.
Yo sueño con ver tu cara carente de piel.
Y usted señora que con su pelo cano y sus arrugas.
Me podría hacer perfectamente una chaqueta de cuero y una peluca.
¡Hijos de puta!
Yo sé que no tienen la culpa.
Mi sangre hirviendo se quiere desahogar de la manera más absurda.
Un caballero me pregunta "Hijo, ¿Se siente bien?¿Porqué está tan rojo?
¡Pero tuve que correr para evitar sacarle los ojos!
Todo estaba tan claro.
Pero a la vez tan nublado.
No saben como quería tener un corazón en mi mano...
Hasta que me entró la culpa, la decepción y la tristeza.
Y haciendo la combinación ya estaba decidido.
Mis pulmones se recargaban para hacer un grito nunca jamás emitido.
Ya llevaba "Deses"
Me faltaba "Peración"
Cuando las ráfagas de plomo se apoderaron de la estación.
57 años.
Ingeniero.
Sufría de insomnio y se asustaba con las ranas.
Tenía domicilios en todo el mundo.
De cara demacrada y de aspecto nauseabundo.
En las mejillas se notaban surcos hasta donde alguna vez llegaron muchas sonrisas.
El tipo simplemente colapso.
Dejo decenas de muertos y cientos de heridos antes de suicidarse.
Yo logré rescatar a una anciana, bien canosa y arrugada.
Tenía una bala en la pierna y esquirlas en el pecho.
La llevé al hospital y me preocupe de ella.
Su familia me agradeció.
Y en las noticias aparecí como el "Héroe"
La gente me aplaudía y prácticamente me amaba.
Hasta me hicieron un altar en aquella estación de metro.
Llegué a ser "El santo del metro".
Y no saben que simplemente quería matarlos a todos...
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