miércoles, 26 de octubre de 2011

Cuando viejo, quiero ser joven.

Procesos... procesos, simplemente procesos.
Trámites, etapas, periodos, en fín.
No recuerdo más sinónimos para enfatizar el momento que recorren mis zapatillas.
El momento que los puede transformar en zapatos.
De esos brillosos, embetunados en pasta negra.
Jamás grises, jamás parecidos al cubo que me absorberá, que me asesinará.

Pero esto no tiene que causar temor, son simples especulaciones.
Quizás mi camino sea otro, porque bien dije es un trámite, lo acepto o no lo acepto.
Un plebiscito, un si o un no.

Ahora me encuentro muy próximo al umbral de la vida "civilizada", pero mis pies se inquietan.
Están a una señal de girar y perderse en los prados de la vida desestructurada.
De los valles de dientes brillantes y de rodillas peladas.
Están en el dilema de "¿Porqué esforzarse y despues disfrutar, si puedo esforzarme en disfrutar siempre?

Quizás no sea ahora, quizás no sea nunca.
Pero no dejo de pensar que quizás caiga en la penumbra.

Quiero seguir viendo el arcoiris, mi entorno es multicolor.
No monocromático como la mirada de un labrador.
Multicolor como las historietas, que cuando infante, quería dibujar cuando grande.

"Usted tiene que trabajar para estar bien cuando viejo"
Pero me causa escalofríos.
Escalofríos viviendo en el cráter de un volcán.
No entienden que no quiero dinero, quiero un elefante.
No quiero una casa, quiero vivir en el mundo.
No quiero un auto, quiero mis que mis zapatillas floten.

No lográn entender que cuando viejo, quiero ser joven...

viernes, 21 de octubre de 2011

Pateando piedras.

Dejaron de comer larvas y lanzaron decibeles a mi oido.
No había café, no había pan fresco, solo un trozo de queso podrido.
En ayuno, salí a hacer mi  rutina.
Llegué al parque, la banca al lado de las golondrinas.
Y veo como la gente camina.
Camina y camina.
Camina hacia un lado o camina cojeando.
Arrastra las medias o camina saltando.
Camina mirando al suelo o con el pecho en alto.
Mirando las nubes o con los pies descalzos.
Lo consideró una ciencia cierta.
De esas que toman tu escencia.
Como de los que caminan a paso firme.
O los que caminan pisando mierda.
Y así llegó un viejo.
Que se movía con ruedas.
"Lo que te hace triunfar, te puede perjudicar", me dijo con voz desoladora.
Lo miré y me contó una historia.

"Emborrachandome en un bar, conocí a un hombre que había navegado todos los mares en su barca.
En uno de sus tantos viajes, conoció a una mujer que había escalado todas las montañas mas altas.
En uno de sus tantos viajes, conoció a un hombre que conocía a una mujer que tenía un gato.
Ese gato había sido del protagonista de mi historia.

Sus pies no se detenian.
Su caminar se extendia y se extendia.
Gente de todo el mundo decía que lo conocia.
Largos años duró su travesía.
Todos los reconocian.
Por sus movimientos al andar.
Todos lo aplaudian.
Por su capacidad de no parar.
Siendo mediático.
Utilizó esta oportunidad.
De la mano de la gente.
Promulgó la libertad.
Desde la cima de los montes.
Gritó en contra de las injusticias.
Desde los fondos de los mares.
Protesto contra la democracia ficticia.
El mundo estaba a sus pies, literalmente.
Su sudor se compensaba, con el clamor de la gente.
Era la época utópica.
Creada por un profeta sin lógica.

Pero como cuenta la leyenda, joven observador, la travesía llegó a su fin. El caminador imparable, dejó su caminata y se dió cuenta que sus pies estaban fétidos, lo que era razonable debido a tan extenso viaje. Por lo que el hombre se echó talco para limpiarse, pero no le funcionaba, el hedor era demasiado fuerte. Final y trágicamente fue tanto el talco que utilizó que murío intoxicado.

Bueno, amigo mio, acuerdate de mi historia cuando sufras por amor. Que Dios te bendiga, ¡Adios!"

Quede atónito.
Lo que pensé por la historia más motivadora que habría escuchado.
Fue el cuento más ilógico.
La narración mas insana.
Para el fin de la rutina de la mañana.
El agua ardiente se acabó.
Y el flujo de gente caminante terminó
Esperaré a que alguien me alcanze las muletas.
Para caminar sin rumbo.
Me dieron ganas de alcanzar algunas metas.
Quizás la historia si tenía un mensaje oculto.

domingo, 16 de octubre de 2011

Se desvanecen las palabras tristes.

¡Corren tiempos desesperados, mi señor!
Y no veo motivos para que lanze esas amargas palabras color gris.
La niebla emerge de las ventilaciones de cuerpos insatisfechos.
Bocas podridas, pulmones desintegrados y corazones haciendo acupuntura.

Como los del sol naciente...
Como los del sol naciente...

Pero no es para poner atención, ¡Jamás señor!
Hágale caso al ceboso lamebotas de La Mancha.
Es necesaria una tortícolis repentina.
Sus ojos mirarán hacia el horizonte solamente si se dirige hacia el horizonte.

Como las de la coraza escamosa...
Como las de la coraza escamosa...

Que las pinzas de los cangrejos danzantes no lo rasguñen, mi señor.
Que el tiempo se encarge de limpiar el estanque de los gatos congelados.
Que las cabezas exploten, pero que las sangres equivalgan a  experiencia.
Que encima del mentón se extienda el valle verde, donde yacen los corderos somnolientos.

Como el que usted tenía...
Como el que en ella veía...

lunes, 10 de octubre de 2011

Pinguinos en la azotea.

Y llegó mi turno...
Me levanté, dí un paso adelante y dije:
"Buenas tardes, mi nombre es Subconsciente y sufro del Síndrome del pinguino en la azotea"
Por mi frente caía la cascada de sudor nervioso.
Miré cautelósamente el entorno del círculo humano.
Y ellos me miraron, sus rostros no concordaban con el cariñoso, con atisbos de imbecilidad, recibimiento.
"¡¡Hooooooooooola Subconsciente!!"
Me pidieron que les contara sobre mi problema.
No sabía que decirles, solamente atiné a balbucear y lanzar saliva inconciéntemente a mis alrededores.
- Tranquilo, Subconsciente, sabemos que estas nervioso, te ayudaremos... ¿Tienes algún problema en tu vida?
- No, ninguno.
- ¿Algún problema físicamente?
- Tampoco.
- ¿Psicológicamente?
- Mmm, la bipolaridad de todo mundo, creo yo.
- ¿Mala relación con tu familia?
- Para nada. excelente diría yo.
Comenzé a notar al resto del círculo inquieto, un vapor corporal se comenzaba a acumular en el aire.
El alcohólico me miraba con cara de que le pasa a este imbécil.
Los depresivos me miraban con desprecio ,excepto Soledad Inexistente, que me ha estado coqueteando desde que me senté en este sucio asiento.
Pero la mirada mas desconcertante para mi fue la del vagabundo adicto al Agorex.
Sus ojos rojos y desorbitados me obligaron a desviar la mirada.
No se me ocurre porque, no era nadie intimidante.
- Entonces, ¿Qué es lo que le falta a tu vida?
- Todo.
Y empezó el caos...
El alcohólico me lanzó un sillazo que alcanzé a esquivar.
Los depresivos me querían apuñalar, pero Soledad Inexistente los detuvo, a suerte mia.
Me alejé unos pasos para defenderme, me di vuelta y mi corazón retumbó como bombo de ritual primitivo.
El adicto al Agorex estaba ahí, con la misma mirada de antes, pero más fuerte.
Lo traté de mirar pero la mirada se me oscurecía, se ponía borrosa, se desvanecía...

Y llegó mi turno...
Me levanté, dí un paso hacia atras.
Los pinguinos me rodeaban.
Los pinguinos abrieron las ventanas.
Los pinguinos volaron.
No necesitaba más esto...